Ultimas Notas
Archivo de notas
Guía de Profesionales
Cartelera
Foros
+ BUSCAR
+ ULTIMO Nº
+ ARCHIVO
+ GUIA
+ CARTELERA
+ FOROS


EL ESPACIO DE JUEGO
  por Lele García
   
 

 

Buscador de maestros, clases y escuelas:
   

 

 

El juego como actividad ocupa un lugar muy importante hoy tanto dentro del campo pedagógico, psicológico y artístico no sólo para los niños sino también para los adultos.

En una sociedad donde está valorizado por encima de todo el producir los espacios lúdicos cobran importancia ya que los individuos van perdiendo ese impulso innato del hombre que es el jugar.

El artista juega con los materiales, el ciéntifico juega con sus observaciones, el filósofo juega con las concepciones del mundo, el comerciante juega con las ideas para vender más sus productos, y así cada persona que siente interés por el mundo que la rodea juega de alguna manera con las posibilidades que le brinda su ámbito.

El sistema socio-económico en el que vivimos pretende proporcionar a sus miembros la máxima libertad, pero en la realidad vivimos altamente condicionados por éste. Como dice Pescetti, "el juego es una herramienta de la libertad". Como nos vamos olvidando de jugar, buscamos espacios donde esto esté habilitado para poder desplegarlo.

Mi concepción respecto al espacio de juego está vinculada al arte escencialmente . Desde este punto de vista el foco no puede estar puesto en el resultado; el objetivo del juego no puede ser otra cosa que jugar. Seguro que tiene consecuencias 'mensurables" pero lo más interesante es que permite que la persona interactúe, asimile, comprenda espontánea y orgánicamente las posibilidades y los límites que le ofrece determinado material o propuesta, en definitiva la realidad. Por supuesto que para que esto suceda debe haber un marco adecuado: la pauta debe ser clara y precisa y el ambiente ofrecer seguridad y contención para poder sentirse libre. Pienso que la labor más intensa del docente esta puesta en el contexto de juego, que está dado por el espacio físico, los materiales o propuestas de cada clase y la mirada. Es una mirada cargada de experiencia pero que se deja sorprender, una mirada cargada de afecto pero que puede decir no cuando es necesario. No a lo que perturba al grupo, no a lo que resulta peligroso, no a lo que impide que la actividad fluya. También necesita el docente una dosis importante de flexibilidad. Los chicos son implacables cuando algo es aburrido y eso es muy sano.

El director de teatro inglés Peter Brook, un artista de gran nivel internacional, cuenta en uno de sus libros que cuando han llegado con su compañía a los dos tercios de los ensayos y están próximos al estreno, van a alguna escuela y actúan frente a los chicos. Los niños les dan rápidamente la pista de lo que funciona y lo que no, dice él, porque el teatro no debe aburrir, debe transmitir vida. Este es un maravilloso ejemplo de alguien que no subestima a los niños.

Esto es lo que busco cuando elijo música para mis clases. Todo lo que puedo escuchar, intento compartirlo con mis alumnos. Puede ser Piazzola, puede ser Manu Chao, puede ser Mercedes Sosa, puede ser Debussy. Los chicos reciben lo que les proponemos, y responden a ello con una gran integridad. Es importante valorizar esto para que ellos puedan respetar y cuidar su propia sensibilidad. Disfruto mucho los momentos antes de comenzar una clase: algunas veces algunas amiguitas llegan 10 o 15 minutos antes y yo estoy en el salón preparando algo o simplemente observando. Les dejo los materiales para ver qué hacen espontáneamente, y es muy notable como enseguida elaboran reglas que les permiten explorar, ya sea interactuando con otros o bien disfrutando de jugar solas con algún material. Ese perderse es tan orgánico, tiene un ritmo propio, como el mecerse de una hamaca. Es como cuando llevo a mis hijos a la plaza y nos podemos quedar un buen rato: comienzan a desplegarse, los veo ser libres, los veo ser ellos...y sólo era necesario eso, habilitar el espacio para el juego.