Que puede un cuerpo en escena?

por Quio Binetti y Diego Lozano

 

 

 

Este texto surge a partir del proceso creativo de la obra “La aurora, existe por el vacio que la rodea”. La coreógrafa y directora Quío Binetti convocó a un grupo de artistas para compartir los encuentros de pensamiento coordinados por Diego Lozano.


Puede la conmoción, el espasmo, un bien comprendido sacrificio.

Trascender de la escena no como “artista” sino como conmoción,
como comunicación no comunicable.

Ser en el espectador.

Modificación de ambas partes.

Ser artista no para cambiar al mundo, sino para justificar mi ser en el mundo, para comprender mi intento de hacer arte.


La pregunta parece ser otra

Ya no ¿Cómo? ¿Para quién? ¿Para qué?

Sino ¿como justificar mi hacer?

¿Como valorizar mi decisión intuitiva e irrevocable de hacer algo para que Alguien haga conmigo?, para que me hagan, para hacer juntos.

Entonces hay preguntas que me quedan lejos, en un segundo plano.

Prefiero cuestionarme el modo de afectar al otro, de ser afectado por el otro, por el acontecimiento que se produce en los encuentros.

Cuando la palabra no media, cuando no hay ninguna estrategia, cuando la danza (en este caso) es un puro acto de fe, de optimismo¿como crear amorosamente un lazo, un puente entre cuerpo en escena y cuerpo expectante?

Confiar.

Es la única palabra que me queda como respuesta.

 

No duermas artista, no duermas

Y al sueño artista no te entregues,

Eres el azote de la eternidad,

Prisionero del tiempo……

Boris Pasternak

Quío Binetti

 



La representación . La narratividad en la escena

Cómo representar cuándo ya no hay garantías que permitan otorgar una significación común ?

El patrón común que garantizaba los intercambios ha sido abolido en la era del arte sin Dios.

Las vanguardias en sus sucesivos avances han erosionado el objeto de la representación en la búsqueda de lo imposible, lo no representable. Haciendo pliegues para pensar por fuera de las representaciones del sentido común de la época.

Los surrealistas, por ejemplo, se nutren del canon de la gótica, el folletín (algo parecido a los comics actuales), allí aparece lo sucio, lo siniestro, pero también en su reverso lo sublime. Se trata del intento de una estética por fuera de las categorías de espacio y tiempo.

A casi cien años del nacimiento de las vanguardias ya no se trata de adoptar una actitud avant- garde, modernista, sino de buscar en aquellos intentos, fórmulas para descubrir nuestros cuerpos.

Las sociedades en las que vivimos han asumido lo irrepresentable como una forma de ejercicio de poder después de Aschwitz. También en Argentina hemos sufrido esta experiencia con la desaparición planificada de personas.

En plena hegemonía de la sociedad del espectáculo, después de las proclamas y la prepotencia neoliberal de los 90, nos encontramos, junto a un grupo de artistas, retomando el problema de la representación.

Algunas de las cuestiones fueron:

¿Qué hacer, cómo contar en esta época?

¿Qué decir sin apuntar al sentido común, sin hacer una contribución más a la confusión general?

Finalmente: ¿Qué puede un cuerpo cuando se pone en escena?

En este recorrido, pensando la singularidad de un cuerpo, encontramos, nos encontramos, con los afectos.

Pensamos los afectos como modos no representativos del acontecimiento. Lo que se desprende de la representación. Lo que aquello representado representa queda como afecto, aún cuando lo representado ya no está. Por ejemplo: Se nos representa una silla, luego esa silla no está pero la sensación aquella quedará, como cuando nos envuelve el perfume de un lugar querido que ya no recordamos.

Entonces no importan los argumentos que alguien pone en su baile, lo representado, sino lo que eso representa para quienes acontecen allí como artistas en escena o como artistas espectadores.

Pensamos lo incorporal de los afectos como aquello que se desprende de algo representado que se ha perdido, en un tiempo que siempre es infancia.

Si bien ya no pensamos, ni escribimos, en torno a lo representado de las cosas, en algo de sus espectros nos hayamos, incorporales hechos de acontecimiento. Un incorpóreo que no es sin cuerpo, sino en sus bordes.

Diego lozano