Nada es lo que parece

por Mariano Casas Di Nardo



 

na es lo que pareceLa soledad desespera, reza Gustavo Cordera, cantante de Bersuit Vergarabat en uno de sus más recordados éxitos. Y es cierto. Nubla el alma, nos corroe por dentro y nos desequilibra, dejándonos un vacio insoportable y doloroso. De la euforia a la decepción sin aduanas. Así parece ser la suerte de Liza, una verborrágica y solterona mujer que se dispone a pasar otra cena de fin de año con la compañía de su sombra; y de Fefili, un ladrón de poca monta, quien hurga en la privacidad ajena en busca de vaya uno a saber qué cosa...

Nada es lo que parece nos presenta de manera burlona y grotesca, dos modelos de vida que sobran en nuestra sociedad: la mujer bien que se perdió en el orden de su estructura mental y amorosa; y el hombre sin identidad que vive del pasado para hallarse en un presente que sólo le da la espalda. Liza y Fefili, la buena y el malo, el bueno y la mala, según el cristal por donde se los mire.

La imagen inicial nos enseña la casa de la protagonista en víspera del año nuevo. Un colorido y sonoro ambiente contrarresta con la opaca y lánguida imagen de su propietaria. Un clima tristemente festivo que se quiebra cuando la inseguridad asecha por la ventana. Del pánico primero a los entredichos dialécticos, pasan segundos y un vínculo inesperado conmociona la escena. Fefili y Liza pasan del atraco al baile y de los insultos a los halagos en cuestión de recuerdos. Los separa el nivel social pero los unirá el gusto por el cine nacional de la época de oro y por sobre todas las cosas, la soledad que los ilustra.

Escrita por la joven dramaturga novel, Adriana Piny Arcos, Nada es lo que parece explota los recursos de la comedia costumbrista para pintar de cuerpo entero a una generación que disfrutó plenamente su auge sin pensar en el futuro, pagando hoy, con lágrimas, las consecuencias. La melancolía viste todo, tanto para la carcajada como para la reflexión. Y este es un acierto de su pluma creadora.

Aunque la protagonista sea Liza –Laura Corace– y sus ansias de estrella hollywoodense; es el enérgico Fefili –Marcelo Armand– quien toma las riendas de la historia y la narra de la mejor forma. Dirigidos y delineados por Alfredo Devita, los actores recorren el escenario bajo un ritmo centrífugo que entusiasma. No sobra nada y todo parece ser funcional a ellos dos, desde el piano, hasta la cajita que parece sellada a fuego.

“Nunca es tarde” y “nadie es malo hasta que demuestre lo contrario” podrían decir nuestros abuelos al ver la senda que se transita a lo largo de sus sesenta minutos. Siendo el azar, la suerte y la desgracia, quienes alientan tal destino. Así lo entendió Adriana Piny Arcos, así lo comprueban nuestros héroes, Liza y Fefili. Su moraleja es cierta: nada es lo que parece.



NADA ES LO QUE PARECE

Autora: Adriana Piny Arcos

Director: Alfredo Devita

Elenco: Marcelo Armand y Laura Corace.

Teatro: Carlos Carella, Bartolomé Mitre 970.

EVENTO PASADO