Mujeres en el baño

por Mariano Casas Di Nardo

 

 

mujeres en el bañoLa propuesta era más que interesante. La efervescencia artística de Mujeres en el baño las hizo pasar rápidamente del mal considerado y difícil undera porteño a la iluminada cartelera de la calle Corrientes. Es más, el anuncio de localidades agotadas multiplicaba la apuesta y la curiosidad avasallaba toda especulación.

Seis mujeres, seis personalidades paralelas que rompen los axiomas universales y que por más de un momento se raspan, se entremezclan y se potencian. Cuerpos esculturales algunas, otras no tanto; verborrágicas todas, histriónicas las menos. Con poca ropa a lo largo de la obra, a veces sin necesitarlo. El escenario, un baño a mitad de camino entre una discoteca, un confesionario, un spa y un purgatorio.

Mujeres en el baño no es varieté. Tampoco es una historia que mediante una trama conductora dispare las intimidades femeninas más inverosímiles o lógicas. Menos una obra de stand up de monólogos picantes. Sí un poco de todo eso; con la intención de introducirnos al indescifrable mundo que encierran las mujeres cuando van al baño.

Ellas, intratables y sarcásticas como se muestran en cada una de sus apariciones, desde el minuto uno de la obra, cuentan al unísono qué hacen allí dentro por tanto tiempo. Sugestivas, alienadas y desafiantes, petardean: las mujeres en el baño se masturban, se depilan, se producen, se confiesan, se convierten en estrellas de Hollywood, se estremecen, lloran, ríen, cantan, gozan, meditan y se reinventan.

La obra definitivamente no fluye. Su construcción teatral denota cierta presión en el encastre de las piezas que hacen al todo. No son gags que hacen de introducción al acto siguiente, aunque destellos de la ácida y corpulenta Melina Milone hace que esta unión de situaciones no se pierda en todos los ítems que se suceden en sus vidas. Ella y su obsesión por un ventilador perdido en un desencuentro amoroso, hace un poco todo menos heterogéneo. Dentro de este despliegue de fichas, histérica y caprichosamente ensambladas, sus protagonistas bailan reggaeton, se revelan contra la estética tirando sus silicones por los aires, bailan cumbia, se hacen el amor, revelan sus pasiones lésbicas, sufren por los hombres y enseñan a masturbarse. De forma poética o desesperada, bajo el estado de enamoramiento o de angustia, tanto para defenderse como para castigarse.

La clave de Mariela Asencio en su doble papel de dramaturga y directora, es lograr la atención del espectador en todo momento, ya que la obra continuamente parece estar comenzando y llegar al éxtasis total. Cosa que nunca sucede. Como si la conclusión y todos los remates deberían formarse en la cabeza de cada espectador. Es que ellas, tan altaneras como despojadas de su orgullo, desfilan semidesnudas pero jamás por completo, chispean pero nunca explotan, seducen pero no se dejan amar, agonizan pero nunca mueren. Sólo el último aplauso demuestra que la obra llegó a su fin.


Mujeres en el baño

Autora y directora: Mariela Asensio

Elenco: Melina Milone, Josefina Lamarre, Cecilia Rainero, Leticia Torres, Raquel Ameri
y Eugenia Iturbe.

Teatro: Picadilly, Av. Corrientes 1524.
Tel. 4373-1900.

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