Raices y Alas

por Laura Bove

 

El niño siempre juega. Ya adulto debe a estos juegos a la mayor parte de su formación, porque es a través de los juegos (El almacenero, la maestra, el colectivero…) que el niño “ensaya” sus futuros roles.

Nos desesperamos si no podemos comprarle un autito a nuestro hijo y sin embargo él se las arreglaría muy bien con una caja de zapatos vacía.
El accesorio provoca el juego pero no es un elemento básico es “el auxiliar”.

Este maravilloso poder creativo se lo debe a un don natural de observación puesto al servicio de una imaginación siempre creadora. Sus reacciones están desprovistas de ideas preconcebidas. Lo que ellos perciben es La Vida.

Pero… poco a poco ese mundo de ficción donde pueden retirarse a voluntad desaparece bajo el pesote los estudios. La visión realista del adulto que suplanta progresivamente el sueño del niño y lo codifica y… lamentablemente las largas horas que pasa sentado pasivamente chupada su identidad frente al televisor que le da “alimento” malo y digerido.

Es imperdonable dejar agotar esa fuente de energía que el niño tiene. El juego dramático es uno de los medios más seguros para conservar el gusto de la Creación generosa que les procura el juego desarrollando sus aptitudes de imaginación, de reflexión de sensibilidad y fundamentalmente el libre desenvolvimiento de su cuerpo y espíritu.

Siempre espero a los chicos quiero jugar El Juego con ellos, cuidando que no dejen de ser niños y dulcemente darles elementos y bases, una técnica; en una palabra: Raíces, para que desplieguen sus Alas y puedan Volar.