En el principio...

por Vera Wilner - Colaboración: Lamberto Arévalo

 

 

principios feldenkrais
En el principio...

Había dos árboles,

el de la vida y el del conocimiento.


La fábula cuenta, que los seres comieron la fruta del árbol del conocimiento y conocieron todas las cosas que allí estaban; supieron sentir y percibir que sentían...

Comprendieron el mundo de las ideas, de los sentimientos, de las sensaciones.
Entonces, descubrieron que sabían de la naturaleza de sí mismos y del universo; ese don del misterio les había sido develado. ¡Dos de los atributos de la Divinidad y su Omnipresencia les pertenecían: el Conocimiento y la Conciencia!


La consecuencia de estos atributos, ahora se metamorfoseaba en ellos en la habilidad de querer. Su querer, sería también deseo y tuvieron el poder de tener, elegir y ser.

Y así fue que ejercieron su don, todo era posible... Pero eso era, casi, una vuelta a la unión total y no la diferenciación con la Divinidad. Fue entonces que, para mantener el orden de la diferenciación divina, al elegir de
acuerdo a su deseo y su querer,
no todo podría ser posible;
y fue así como se dio la creación del Error...

Y hasta hoy se cuenta:

"En el principio, fue el Error."

Se movieron. Había animales y vegetales, tierras y aguas, arriba y abajo, noche y día.
Podían ir en cualquier dirección. El horizonte variaba según el camino que tomaran. A las huellas de sus pasos se les superponían otras, y de allí empezaban a salir caminos.
Caminos que los llevaban a lugares que empezaban a querer ir una y otra vez. ¿Adónde?
Otra vez el error era posible... Entre estos caminos, entre el eterno errar y sus deseos, comenzaron a surgir bifurcaciones. Por ellas, iban a otros lugares o a los de siempre, pero de manera distinta. La posibilidad de suprimir la diferenciación con lo divino sobrevolaba en el cenit.


El error que te lleva al principio.

El error que te devuelve a ti mismo.

El error que te devuelve el deseo de volver a lo divino.

Los chispazos de lo divino vuelven, siempre estarán allí.



Y entonces, descubrieron que podían elegir, otra vez, por los hábitos, el error o el acierto. Sobrevivir o tener una vida. Descubrir la verdadera reversibilidad, poder elegir cambiar la dirección en mitad del movimiento del camino.


El hábito que te lleva al final, solamente al final.

El hábito que te despide de ti mismo.

El hábito que te aleja del deseo. Lo divino se va.

El hábito siempre estará allí.

 


Bibliografía: Moshé Feldenkrais - El Pentateuco - Jean Piaget