Nacido para Bailar ?

 

 

"Cada día en el que no hayamos danzado al menos una vez es un día perdido"


Nietzsche (1970).
Así habló Zaratustra.

 

La música y la danza están presentes desde los primeros momentos tanto del desarrollo del individuo como del desarrollo filogenético (de la especie).

El primer contacto con la música y la danza lo tenemos en el vientre de nuestra madre.
En la duodécima semana del embarazo, mucho antes de que la madre perciba sus movimientos, el bebé mueve cada uno de sus miembros bajo las órdenes del cerebro que, poco a poco lo prepara para la danza natural de la existencia.

Centenares de músculos participan en cualquier acción por mínima que sea y demuestran un alto nivel de coordinación y sintonía. El embrión está sumergido en un universo de sonidos: los latidos del ritmo cardíaco, la respiración, los sonidos de los movimientos intestinales, los pasos, la voz de la madre, sonidos que componen la primera música y que le proporciona sensación de seguridad.
El ritmo y la música forman para el niño uno de los estímulos mas primarios de su conciencia.

bailarEl hombre se ha expresado a través de las artes desde su aparición en la tierra y de esta manera ha manifestado sus sensaciones, sentimientos y emociones. La danza no es ajena a este fenómeno y es posiblemente una de las primeras artes a través de la cuál se comunica. La danza es una necesidad universal y existió en todas las sociedades humanas en todos los tiempos.

Los primeros antecedentes los encontramos en las pinturas rupestres.
En el antiguo Egipto, las danzas ceremoniales fueron instituidas por los faraones. Estas danzas, que culminaban en ceremonias representando la muerte y la reencarnación del dios Osiris, se fueron haciendo cada vez más complejas, hasta
el punto de que sólo podían ser ejecutadas por profesionales altamente calificados.

En la antigua Grecia, se danzaba en honor del dios Baco, en ceremonias llamadas bacanales. Estas danzas incluían música y distintas figuras de la mitología clásica que eran representados por actores y bailarines entrenados.

Entre los romanos, la aceptación de la danza por parte de los poderes públicos fue decayendo. La cristianización del Imperio Romano introdujo una nueva era en la que el cuerpo, la sexualidad y la danza resultaron unidas y fueron objeto de controversia y conflictos.

Ofrenda Azteca por Espartaco Palma Martínez

baile La danza es movimiento. Y un movimiento muy especial ya que requiere de cinco elementos fundamentales, sin los cuales ella no existir ía: ritmo, forma, espacio, tiempo, energía. Al igual que la música, es una actividad que se remonta a tiempos prehistóricos cumpliendo y satisfaciendo distintas necesidades. A veces toma forma de ritual o es una forma de comunicación o de cortejo, y es también una manifestación cultural que puede resultar de un proceso creativo y que puede ser creada e interpretada por profesionales.

Tanto la danza como la música son objeto de estudio de distintas disciplinas. En los últimos años con el desarrollo de las neurociencias comenzaron a ser estudiadas por científicos de este campo. Un nuevo estudio sugiere que los bailarines profesionales nacen por lo menos con dos genes que lo distinguen del resto de nosotros y le brindan un don especial para la danza.

“Pienso que bailar es un rasgo desarrollado” dice Richard Ebstein, quien lideró el estudio y es profesor de psicología en “Hebrew University’s Scheinfeld Center for Genetic Studies”. “Los animales tienen danzas de cortejo y pienso que la danza humana representa el desarrollo posterior de un rasgo animal muy antiguo.”

Ebstein y su equipo plantearon la hipótesis de que existen diferencias en aptitud, la afición y la necesidad de bailar en las personas que se puede basar parcialmente en diferencias genéticas.
Estudiaron el ADN de 85 bailarines actualmente en actividad y de sus respectivos padres. Luego hicieron lo mismo con 91 atletas de competición y 872 personas que no practican deportes ni bailan regularmente.

Los científicos descubrieron que los bailarines tienden a poseer variaciones en dos genes que están involucrados en la transmisión de información entre células nerviosas.

Uno de los genes identificados es un transportador de Serotonina, que contribuye e interviene en la experiencia espiritual y los estados alterados de conciencia. El segundo es un receptor de la hormona vasopresina que muchos estudios sugieren que modula la comunicación humana y los vínculos.

“Las personas nacen para danzar” dice Ebstein. “Tienen otros genes que contribuyen parcialmente al talento musical: a la coordinación, el sentido del ritmo. Sin embargo, los genes estudiados están mas relacionados con al aspecto emocional de la danza, la necesidad y la habilidad de comunicarse con otros y el lado espiritual que no solo les facilita sentir la música sino también comunicar estos sentimientos a través de la danza.”

Ebstein cree que algunos adultos pueden tener estas variaciones de los genes pero quizás nunca descubrieron este talento oculto o fortalecieron estas habilidades.

Pero no todo está determinado por nuestros genes. El material genético que posee nuestro cuerpo es solo una parte de la complejidad humana y de la multiplicidad de causas que nos determinan. La habilidad y la inteligencia pueden estar en nuestros genes pero el contexto familiar, social-económico tienen tanta influencia como nuestros genes.

No es solo cuestión de tener los genes correctos sino la motivación, el entrenamiento y la fortuna de nacer en determinadas coordenadas que favorezcan la posibilidad y capacidad de bailar. Sin embargo es indiscutible que estos nuevos estudios permitirán tener un mayor conocimiento y comprensión de las bases neurológicas de una de las actividades universales más importantes y atractivas...la danza.

 

Podés consultar el artículo de investigación completo de Richard Ebstein y equipo
“AVPR1a and SLC6A4 Gene Polymorphisms Are Associated with Creative Dance Performance” en:

http://genetics.plosjournals.org