DANZA Y COMPOSICION

por Rut Pellerano

composicionSi intentásemos dar una respuesta a qué es una composición en el marco de una disciplina como la danza contemporánea o en la combinación de lenguajes, es probable que nos encontremos frente a un silencio lleno de interrogantes.

¿Qué es componer? ¿De qué elementos se vale el coreógrafo, el intérprete cuando compone?
Si partiéramos del supuesto de que es la capacidad de poder dar una forma a un conjunto de sensaciones o sentimientos intentando allanar la distancia entre la interioridad del intérprete y el espectador, utilizando para ello una serie de recursos donde la obviedad se vuelve más y más obvia se perdería, entonces, todo contenido poético.

Si sólo se conjugaran una serie de técnicas aprendidas estaremos observando un trabajo interesante, cuya variable de más a menos puede darla el dominio o la combinación de dicha técnica, pero no una composición. Problema que ya había vislumbrado Platón(1) quién observa que no es el dominio de la métrica lo que hace un buen poema sino la "posesión" de las musas, un estado de "demencia" transitoria podríamos decir.

En el presente artículo intentaremos reflexionar sobre ciertos elementos que pueden estar presentes en una composición; para ello supondremos en primer lugar que componer una obra es poner en juego una idea.

Cuando se habla de idea es probable que la imagen mental de dicha palabra se asemeje a una lamparilla que se prende y de una supuesta oscuridad pasamos a la luz de 220 v!
Dejemos por un momento esta imagen de lado. Ni luz ni oscuridad. ¿Entonces?

Al hablar de ideas queremos referirnos a esa totalidad a la cual se tiende, las ideas están presentes como lo previo que no necesariamente ingresa como evidencia fáctica en la composición concreta. ¿Qué queremos decir con esto? Las ideas nos conducen pero no constituyen esencialmente ese camino. El secreto por el cual una composición coreográfica se convierte en obra es ese corazón que late, al que seguramente no veremos, pero que en su latir conforma ese hálito que hace una obra.
"Las ideas son a las cosas lo que las constelaciones son a las estrellas"(2) cuando nuestra mirada pasea frente a una constelación estelar quizá podamos percibir como se aproximan elementos aislados y variados cuya heterogeneidad se enriquece de fragmentos que pueden no ser percibidos en su individualidad pero dan el brillo justo que nos conmueve en su contemplación.

Intentamos afirmar, en una suerte de analogía, que lo mismo ocurre en el proceso de composición. Su contenido sólo se manifiesta en el curso de un proceso que intenta penetrar en el círculo de las ideas en la que la forma de la obra alcanza el grado máximo de su fuerza luminosa. Las ideas nos conducen lo cual no implica el intento de una traducción literal de un lenguaje a otro lenguaje. Las ideas no determinan, nos mueven. La idea tiende a una totalidad y la totalidad se compone de una diversidad de fragmentos que reunidos de ese modo nos permiten conmovernos frente a una obra.

Si las ideas existieran por sí mismas nuestra sola tarea sería tomarlas y reproducirlas en un lenguaje comprensible para los humanos. Pero las ideas no existen por sí mismas ni son sólo el fruto de un genio creador. Analizar los componentes psicológicos o históricos (por nombrar algunos) que pueden dar origen a la concepción de una idea no es objeto de este artículo. Las ideas, que pueden ser individuales o grupales, intentan "tomar cuerpo" es decir, volverse legibles. Lo siguiente es investigación, trabajo. Una ardua tarea. Las horas que alimentan a quien está por nacer.

1. Para un análisis de las posiciones de Platón puede verse los diálogos "Fedro" e "Ion"
2. Benjamin, Walter; El origen del drama barroco alemán", Ed. Taurus, Madrid, 1990, p. 16