OPINIONES ACERCA DEL TEATRO

por Ricardo Lago Oliveira

 

teatro opinionesUn tema de conflicto que se está planteando desde hace algunos años, y con más potencia desde el año 2005, incluso desde los ámbitos oficiales, es la aceptación incondicional y el intento por imponer como "teatro" a algunas nuevas formas de expresión artística (que en realidad no son tan nuevas: La Fura dels Baus trabaja con la estética del teatro de la crueldad, forjada por Artaud en 1938), que de alguna manera, vayan reemplazando al teatro mal llamado convencional, aunque en realidad se refieren al teatro de autor.

Para mí, como decía Kantor, que no era ningún anticuado, "hacer teatro es vanguardia". Y ahora unos pocos intentan redescubrir las grandes verdades nunca vistas por siglos de ceguera, y algunos intereses intentan erigirlos en teatristas mesiánicos. Convengamos que los espectáculos multimedia y trabajos de altura, etc, son muy creativos, son un muy buen espectáculo, pero no me atrevería a presentarlos a todos como ese supuesto "teatro sustituto", ya que muchos de ellos carecen de elementos básicos que definen lo teatral. 
Además, es terrible generalizar y acusar de vetusto al teatro y al trabajo del actor de todas las épocas. Por suerte el público sigue teniendo ese instinto que lo hace valorizar y reconocer al actor y al autor que intentan representar a su tiempo y a su lugar en el mundo, siempre particular por más que le pese a los globalizadores. 

Eduardo Rovner, uno de nuestros dramaturgos más prolíficos, define al dramaturgo argentino como emergente y portavoz:

"Algunos dramaturgos se sienten más cerca del teatro europeo que del argentino". "Esto conlleva, por una parte, a la adhesión de ese teatro a cánones impuestos culturalmente desde la globalización sobre el individualismo y la competencia y el discurso vacío que desconsideran los problemas de identidad que cada vez son más preocupantes y, por otra, a una falta de valoración de la tradición teatral y del medio que ha hecho posible el desarrollo de ellos mismos". 

"Pero la huella social siempre estará presente en el trabajo de todos. Los dramaturgos, más allá del genio particular de cada uno, son emergentes y portavoces de las problemáticas de su época y lugar".

"Sus obras conllevan las huellas de los conflictos existentes en esos tiempos y espacios, y también los deseos y frustraciones del hombre frente a las situaciones y los cambios sociales vividos". 

Estudiarlos aisladamente, sin tener en cuenta que son el producto de una sociedad determinada, que hubo un medio que les posibilitó desarrollarse y en algunos casos trascender en el tiempo a través de su obra, es no sólo una desconsideración de ese medio en el que se desarrollaron sino también una injusticia hacia todos aquellos que formaron el caldo de cultivo en el que crecieron aquellos que se destacaron". Perfectamente claro, no?

Durante muchísimos años siempre escuché la famosa frase "el teatro está en crisis" y con la frase venía como cola de cometa la decodificación automática de "en vías de desaparición".
No es nuevo que a algunas personas no les agraden los artistas, y mucho menos los teatristas. De alguna manera somos gente que incomoda diciendo algunas verdades, abrazando utopías y embanderándose con los pedidos de los necesitados, como lo hace diariamente la Asociación Argentina de Actores con su campaña "El hambre es un crimen" (mueren más de 100 chicos por día en Argentina antes de que cumplan los cinco años). 

Así es que se aprovecha todo lo que pasa, y los oportunistas con todo el tiempo de ocio encima, siempre están atentos y no dejan pasar la liebre. Después del estreno de "Fuerza Bruta" un periodista le preguntó al actor principal de la obra: ¿Crees que en un corto tiempo este nuevo teatro va a reemplazar totalmente al teatro convencional? El actor en cuestión sólo respondió sobre su trabajo, a pesar de la insistencia tendenciosa del periodista que seguía machacando sobre el tema.

Tratemos de focalizar la importancia que tienen las propias raíces. Allí encontraremos las respuestas y las necesidades masivas de un pueblo. La idea que todo lo que viene de afuera o lo que está planteado bajo las bases de trabajo de origen europeo es mejor, es una verdad tan parcial, subjetiva y con intereses no siempre santos, que no resiste ningún análisis. Por eso justamente, es que todo queda reducido a pequeñas mentiras e intentos para crear confusión...
Todos estos comentarios no pretenden enfrentar distintas formas expresivas dentro del ámbito teatral. Todo lo contrario. Creo que los artistas nos tenemos que nutrir de todas las escuelas, de todas las tendencias, y también de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

Somos parte de este tiempo y de esta sociedad, y el teatro que hagamos, ese que pretendemos impacte, conmocione, comunique, modifique y haga pensar por un instante al público luego de dejar la sala, debe de tener que ver con él y con una realidad incontrastable. Quiero decir que lo real tiene que ver también con lo que reconocemos sin pensar, sin intelectualizar, sin buscar denodadamente el porqué y el para qué se hizo esto o aquello en la obra. Shakespeare escribía para el pueblo, de allí que dentro de sus obras siempre implementara pasos de comedia, como un guiño a toda esa gente que lo nutría como dramaturgo. Y en este punto tenemos mucho más que ver con las vecinas de nuestro barrio que con elaboraciones artísticas que todavía no sabemos con certeza cual será su duración dentro de este nuevo siglo.

Que no intenten apartar del pueblo el teatro que le gusta y necesita. No recurran a los decretazos; si lo que hacen es bueno, bien: continúen creciendo, pero no asesinen a nadie, no traten de subir la escalera pisando cabezas. La globalización más que un elemento de avance y desarrollo, ya está planteada como un arma exterminadora de las culturas regionales y nacionales (no olvidemos su verdadero origen).

Sería más sano si todos nos dedicáramos a crear, solamente preocupados por ser fieles a nuestros fundamentos artísticos, sin mirar hacia los costados como hacen las empresas, con la intención de eliminar a su igual (otras empresas) porque son "el enemigo" a destruir en este selva de cemento como decía Almafuerte, (ahora convertida en selva de acero sin compasión).
No sé quién hecha a rodar todas estas patrañas, pretendiendo con ellas nuevas formas empresariales. Pero no cuentan con el instinto del pueblo y sus amantes del teatro. Es como pretender que un hombre digno se calle para siempre en esta sociedad globalizada caracterizada por una corrupción y una hipocresía sin parangón.