LA SEÑORA MACBETH
por Sonia Gonorazky
Vale
la pena echarle un vistazo al Macbeth de Shakespeare
antes de disfrutar de esta obra, pues aunque la atormentada
Señora y sus compañeras exponen las líneas
argumentales más relevantes del texto fuente,
conviene –aunque no es imprescindible- concentrarse
en los aspectos originales que devela esta magnífica
obra de teatro: una Señora Macbeth que tiene
escrúpulos, siente culpas y por momentos parece
sometida a la voluntad de las brujas que la acompañan
permanentemente, perdiendo su autonomía hasta
convertirse en poco más que una mascota de ellas.
Para la/el futura/o espectadora/or apresurado, va un
parcial y apretadísimo resumen de la acción
esta tragedia estrenada por los 1600 y ambientada en
el siglo XI. Macbeth, un valeroso militar que lucha
defendiendo los derechos del rey de Escocia, es enterado
por tres brujas de que pronto recibirá un título
de nobleza y que también será rey. La
primer premonición se cumple poco después
del encuentro mágico, lo que alimenta su seguridad
de que se cumplirá el segundo. Su esposa, Lady
Macbeth, ansiosa de verlo coronado, planea inescrupulosamente
el asesinato del rey, que su marido ejecuta. Y aunque
él se siente cada tanto turbado por el peso de
este acto, ella le obliga a no reparar en su significado.
Tras éste, seguirán otros crímenes
para eliminar a posibles oponentes. Pero, desde el exilio,
comenzará a gestarse la rebelión.
En un segundo encuentro con las brujas, Macbeth se entera
que ningún hombre nacido de mujer podrá
vencerlo, y aunque también le anuncian que debe
cuidarse de un tal Macduff, no escucha esta advertencia,
deslumbrado por la primera. Poco después su esposa,
que se sabe culpable, enloquece y muere. Omito el desenlace
para no extenderme en exceso.
El notable texto de Griselda Gambaro produce una Señora
Macbeth menos siniestra y mucho más débil,
dominada por espíritus irracionales y con algunos
chispazos que remiten a la argentinidad como identificación
cultural, lo que puede conducirnos a una lectura política
del mismo. Las brujas son aliadas de esta mujer enferma
y ambiciosa, pero también son sus dueñas,
la favorecen y la destruyen, pero no dejan nunca de
acompañarla y adularla.
Resultan magníficos las actuaciones de las cuatro
actrices y el breve papel masculino, el vestuario y
el trabajo de dirección. En cambio, en la enorme
sala del Teatro Cervantes se pierde el ambiente intimista
logrado en la sala donde esta obra se presentó
durante el 2004, así como los sugestivos efectos
de la iluminación. Recomiendo conseguir ubicaciones
cercanas al escenario, para favorecer la proximidad
al escenario y también para poder apreciar la
rica gestualidad de las mujeres.
Febrero 2005