EL ENIGMA DE LA VOCACION

por Lic. Claudia Messing



Son muchos los interrogantes que el concepto despierta, no sólo entre los adolescentes a punto de realizar una elección, sino también y con mayor o menor grado de angustia entre los adultos en distintos momentos de la vida. Aquí se analizan muchos de los componentes de la vocación a la luz de los aportes del psicoanálisis.

Todos tenemos una vocación, o ¿Solo unos pocos? Los que cambiamos de actividad o hacemos un recorrido por distintas profesiones u ocupaciones ¿No tenemos vocación? ¿ Debemos considerar como más autentica la última actividad que realizamos ? ¿Los que hicimos una carrera y luego nos dedicamos a otra cosa, nos equivocamos de camino? ¿Descubrimos tardíamente nuestra vocación? ¿Habrá algo en común entre estas distintas actividades? ¿Podemos tener distintas vocaciones? (Son muchos los interrogantes que este concepto despierta no sólo entre los adolescentes a punto de realizar una elección sino también, y con mayor o menor grado de angustia, entre los adultos, en distintos momentos de nuestra vida. Tampoco los profesionales de la Orientación vocacional ocupacional están exentos de interrogaciones y cuestionamientos respecto d este tema. Incluso hay quienes proponen abandonar el uso de este término por la connotación innatista que este vocablo posee. ) El término vocación viene del latín "vocatio", que indica la acción de llamar y por extensión el hecho de ser llamado. A partir del cristianismo vocación significó: "la aptitud o inclinación que Dios da a cada uno para el fin que ha de desempeñar en el mundo". Desde el psicoanálisis, el llamamiento no proviene de dios, sino del inconsciente. Leonardo Wender, uno de los autores que más ha profundizado en la comprensión de la dinámica inconsciente de la vocación, entiende el llamado como proveniente de objetos internos que necesitan ser reparados. Si bien la corriente que dentro del psicoanálisis encarnaba este tipo de lectura (la corriente Kleiniana) ha sido abandonada, la realidad es que dentro del tema de la vocación no hubo desarrollos teóricos posteriores que continuaran o suplantaran esta teoría de lo reparatorio.

Otra Lectura Posible de lo Vocacional

Es posible encontrar un recorrido particular que une las actividades que han sido placenteras en la vida de un sujeto y descubrir aquello que constituye su "tendencia o impulso vocacional", no solo reparatorio sino básicamente creador, transformador y productor de satisfacción cuando puede ser desplegado. Esta lectura tiene consecuencias significativas en el plano del fortalecimiento de la identidad porque permite el reconocimiento de lo propio a través de los cambios de actividad u ocupación. Permite además valorizar el recorrido, y recuperar el programa de búsqueda que tuvimos en la infancia. Este reconocimiento produce alivio y alegría, apuntando a vitalizar el registro de placer en la actividad. Otra consecuencia importante es la desmitificación de la idea de vocación como algo reservado a unos pocos. Finalmente este marco de análisis jugaría un papel importante en lo preventivo, señalando una vez más la importancia de cuidar y fortificar la protección de aquello que Winnicott llamó "el espacio transicional".

Tendencia o Impulso Vocacional

Si indagamos en la historia de un individuo, para ubicar las actividades, juegos y ocupaciones a las que se entregaba con mayor intensidad, aquellas en las que podía permanecer mucho tiempo, a veces sin darse cuenta, y le preguntamos acerca del sentido, significación o satisfacción que tenían para él encontraremos una continuidad que he denominado "tendencia o impulso vocacional". Este impulso no es consciente y puede ser reconstruido a posteriori, a partir de preguntas que apunten a descubrir en cada situación de juego o actividad intensa qué es lo que produce placer, cuál es la sensación o fantasía que acompañaba a esas circunstancias. Veamos algunos ejemplos: Un adulto recuerda que uno de los juegos favoritos de chico era sacar las basuritas y palitos que impedían que el agua fluyera por los caminos de agua que se formaban después de la lluvia. Primero se recibió de médico y después como psicoterapeuta se ha especializado en ayudar a "remover obstáculos que impiden el libre fluir" de la vida de las personas. Este sentido íntimo de su tarea es absolutamente personal, único y propio para cada individuo: este impulso nunca podrá ser reconocido desde afuera, y puede satisfacerse a través de distintas actividades y campos ocupacionales. Lo que se imaginaba otra persona cuyo juego favorito eran las muñecas era que ella les "daba vida, existencia". Esta persona se recibió de arquitecta, dejó su profesión y hoy es una exitosa escultora, cuyo mayor placer sigue siendo dar existencia, forma a sus personajes. Encontramos un mismo contenido que se repite, una misma intencionalidad en aquello que nos resulta placentero, y se nos va armando una frase relativamente corta que sintetiza aquello en lo que encontramos satisfacción. Este sentido, oculto hasta para nosotros mismos porque nunca nos hemos detenido en él, es sin embargo algo esencial para nuestra identidad. Es aquello que nos guía, nos impulsa a través del recorrido por distintos objetos, carreras, ocupaciones.

Vocación y Transicionalidad

Vamos a explicar esto más cuidadosamente y para ello partiremos de la fusión inicial del bebé con la mamá. Estamos hablando de la experiencia de omnipotencia primaria, que consiste en creer que ese objeto que nos satisface y nos da placer es un objeto que nosotros creamos cuando lo necesitamos (ilusión primaria). Llega un momento en este proceso en que la mamá siente que puede comenzar a espaciar las mamadas, en esperar un poquito en acudir a su llamado, en que el bebé puede tolerar ser atendido de a ratitos por otra persona (proceso de desilusión). Allí es donde aparece el objeto transicional; es el objeto que la mamá ofrece al bebé en su reemplazo y al cual el bebé se aficiona particularmente. Nos dice Winnicott que nunca se deberá preguntar si este objeto fue creado por el bebé o por la mamá; está ahí e inaugura ese espacio transicional que es "como si" estuviera todavía con ella. Esto le permite tolerar la distancia y crear una zona de juego que inaugura todo el espacio del niño pequeño que se pierde en sus juegos y da lugar al trabajo creativo del adulto absorto en lo que está realizando. Todos nosotros tenemos más o menos desarrollada esta zona "transicional", dependiendo su consistencia de la calidad de la simbiosis inicial y la gradualidad en el proceso de desilusión posterior. A través de estos espacios recuperamos algo de aquella omnipotencia primaria. En estos momentos nos sentimos "fusionados" con aquello que realizamos, el tiempo transcurre y no nos damos cuenta. Veamos algunas de las respuestas que aparecen cuando exploramos la tendencia vocacional en distintos sujetos: "remover obstáculos" , "transformar algo opaco, sin vida, en algo vivo", "encontrar la solución a problemas", "acertar, dar en el blanco", "armar el rompecabezas", "dar vida, existencia", "ser mirado, admirado", "descubrir verdades útiles", etc. ¿Que vemos en ellas?. Un común denominador que tiene que ver con una idea de creación, de participación, de transformación de la realidad, donde lo vivido pasivamente se transforma creativa y activamente. Winnicott nos dice en "Realidad y Juego": "Aquí se da por supuesto que la tarea de aceptación de la realidad nunca queda terminada, que ser humano alguno se encuentra libre de la tensión de vincular la realidad interna con la exterior; y que el alivio de esa tensión lo proporciona una zona intermedia de experiencia que no es objeto de ataques, sobre la que no se discute si pertenece a una realidad interna o externa, que constituye la mayor parte de la experiencia del bebé y se conserva a lo largo de la vida en las intensas experiencias que corresponden al arte, la religión, a la vida imaginativa y a la labor científica creadora. Dicha zona es una continuación directa de la zona de juego del niño pequeño que se pierde en sus juegos". Este "perderse" y "jugarse" tienen un sentido, una significación y van armando nuestra "tendencia vocacional". Esta es una respuesta creativa transformadora que los sujetos elaboramos como salida de situaciones de conflicto de nuestra infancia. Podemos plantear, también a modo de hipótesis que la solidez de esta tendencia vocacional guarda relación con la solidez de esta zona de transicionalidad y por lo tanto con la calidad de la simbiosis y proceso de desilusión iniciales. Lo que se intenta cuestionar con este trabajo es la idea de que la vocación de las personas deba ser sólo "la medicina", "la arquitectura" o "la pintura"; en lugar de contemplar especialmente aquello que por momentos sentimos, que logramos a través de estas distintas actividades. Esto es, incluir la significación vocacional como elemento unificador, que da sentido a nuestro recorrido. Las ocupaciones son medios para desplegar nuestro impulso vocacional, no solo reparatorio, sino creador, investigador, transformador, que tiene la fuerza de la pulsión y por lo tanto será capturado sólo por momentos, pero aun así nos guía, nos conduce y tiene que ver con nuestras posibilidades de sublimación, de creación y de crecimiento.

(Esta lectura que propongo acerca de lo vocacional permite entender mejor qué puede haber en común entre las distintas actividades ocupacionales que un sujeto desarrolla satisfactoriamente. Si la vocación es ese llamado interior, innato que nos guía hacia una carrera determinada y a ninguna otra, somos muy pocos los que tenemos vocación. Si en cambio la consideramos como aquello que nos permite recrear esos estados transicionales, desplegando nuestro impulso creador, transformador e investigador, somos muchos los que tenemos vocación.)


Link : www.orientacionyfamilia.com.ar