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RUEDITAS A MI CRUZ
por Laura Bove
Una experiencia teatral con pacientes del Hospital Borda y Moyano
Fue en una casa de medio camino (ni adentro ni afuera) con pacientes dados de alta del Borda y del Moyano que intentaban reintegrarse a la sociedad con quienes trabajé dando mis clases de teatro. "Leonardo, esquizofrénico, mucho gusto", era una de las formas como se presentaban a si mismos. No era tarea fácil. Ellos, sin parientes ni amigos, subsidiados por PAMI, recibían el dinero justo para remedios, papa hervida y pagar una pensión donde el único cielo para ver, era el cielorraso. Estaban flotando entre la depresión y el miedo, les asustaba el contacto. Tocarlos equivalía a meterse dentro de ellos, equivalía a peligro. El grupo estaba compuesto por asistentes sociales y psicólogas que en un rincón del salón miraban. Yo les pedí, en privado, que en lo corporal por lo menos participaran. Después de unas diez clases los pacientes se negaron a trabajar. No comían vidrio. No querían que los miraran desde afuera. Querían que bailaran con ellos...
Precisión
Como en el teatro las paredes son de cartón y el whisky es té frío…íbamos a trabajar con precisión. La consigna era "comer con precisión". Uno comía tallarines, otro un helado que se derretía, otro un churrasco, otro empanadas humeantes…observé que Mario comía todo: Tallarines, helado, churrasco, empanadas…todo muy bien, pero no había seleccionado una tarea. Creí no haber sido clara con la consigna pero me tranquilizó diciéndome "¿sabe que pasa Laura?, como yo tuve hepatitis entonces aproveché y comí de todo".
Casa-Cabeza
Ellos asistían sin faltar a mis clases pero corrían peligro de ser desalojados de la casa donde vivían. Trabajé con este tema en la improvisación que ellos propusieron, sólo que en lugar de ser desalojados yo propuse que viniera el dueño del conventillo, se enamorara de una de las chicas y terminara en Boda y Festejo. Quería correrlos de la zona de "Atrapados sin Salida" (la verdadera creatividad consiste en encontrar la salida). Ellos se encargaron de la distribución de los personajes. A Beatriz (muy coqueta y con una grave dosis de histeria), le tocó "hacer de vieja". Pensé: "se va a negar", pero no puso oposición. Durante el trabajo, llevaba todo el tiempo una mano en alto, a la altura del hombro, como si llevara a alguien. Así se sentaba. Así caminaba. Dentro del movimiento grupal, no entendía que estaba haciendo. Al finalizar, durante la devolución, le pregunté ¿qué era su mano al aire?, ella con "esa coherencia abrumadora" me respondió: "La Vieja" Había puesto la vieja afuera de ella. La hacía caminar, la hacía sentar… Es Malo Porque Es Loco. Mara Empezó a faltar a clase, un día se lo reclamé y ella me contestó "Laura, yo falté tanto porque andaba con ganas de pegar". Nos estaba cuidando. Por supuesto que faltar o venir, lo dejé en sus cuerdas y bondadosas manos.
Distancia
Al principio no era fácil acercarse pero después de a uno empezaron… "Laura me duele acá", y yo iba a uno y a otro a pasarle mis manos, acariciarlos, hacerles un masaje. Un día Martín a quien pasé largo rato acariciando y besando su pelo, de pronto me dio la devolución más maravillosa que recibí de un alumno. Me dijo: "Hoy vos le pusiste rueditas a mi cruz".
RUEDITAS A MI CRUZ
por Laura Bove
Una experiencia teatral con pacientes del Hospital Borda y Moyano
Fue en una casa de medio camino (ni adentro ni afuera) con pacientes dados de alta del Borda y del Moyano que intentaban reintegrarse a la sociedad con quienes trabajé dando mis clases de teatro. "Leonardo, esquizofrénico, mucho gusto", era una de las formas como se presentaban a si mismos. No era tarea fácil. Ellos, sin parientes ni amigos, subsidiados por PAMI, recibían el dinero justo para remedios, papa hervida y pagar una pensión donde el único cielo para ver, era el cielorraso. Estaban flotando entre la depresión y el miedo, les asustaba el contacto. Tocarlos equivalía a meterse dentro de ellos, equivalía a peligro. El grupo estaba compuesto por asistentes sociales y psicólogas que en un rincón del salón miraban. Yo les pedí, en privado, que en lo corporal por lo menos participaran. Después de unas diez clases los pacientes se negaron a trabajar. No comían vidrio. No querían que los miraran desde afuera. Querían que bailaran con ellos...
Precisión
Como en el teatro las paredes son de cartón y el whisky es té frío…íbamos a trabajar con precisión. La consigna era "comer con precisión". Uno comía tallarines, otro un helado que se derretía, otro un churrasco, otro empanadas humeantes…observé que Mario comía todo: Tallarines, helado, churrasco, empanadas…todo muy bien, pero no había seleccionado una tarea. Creí no haber sido clara con la consigna pero me tranquilizó diciéndome "¿sabe que pasa Laura?, como yo tuve hepatitis entonces aproveché y comí de todo".
Casa-Cabeza
Ellos asistían sin faltar a mis clases pero corrían peligro de ser desalojados de la casa donde vivían. Trabajé con este tema en la improvisación que ellos propusieron, sólo que en lugar de ser desalojados yo propuse que viniera el dueño del conventillo, se enamorara de una de las chicas y terminara en Boda y Festejo. Quería correrlos de la zona de "Atrapados sin Salida" (la verdadera creatividad consiste en encontrar la salida). Ellos se encargaron de la distribución de los personajes. A Beatriz (muy coqueta y con una grave dosis de histeria), le tocó "hacer de vieja". Pensé: "se va a negar", pero no puso oposición. Durante el trabajo, llevaba todo el tiempo una mano en alto, a la altura del hombro, como si llevara a alguien. Así se sentaba. Así caminaba. Dentro del movimiento grupal, no entendía que estaba haciendo. Al finalizar, durante la devolución, le pregunté ¿qué era su mano al aire?, ella con "esa coherencia abrumadora" me respondió: "La Vieja" Había puesto la vieja afuera de ella. La hacía caminar, la hacía sentar… Es Malo Porque Es Loco. Mara Empezó a faltar a clase, un día se lo reclamé y ella me contestó "Laura, yo falté tanto porque andaba con ganas de pegar". Nos estaba cuidando. Por supuesto que faltar o venir, lo dejé en sus cuerdas y bondadosas manos.
Distancia
Al principio no era fácil acercarse pero después de a uno empezaron… "Laura me duele acá", y yo iba a uno y a otro a pasarle mis manos, acariciarlos, hacerles un masaje. Un día Martín a quien pasé largo rato acariciando y besando su pelo, de pronto me dio la devolución más maravillosa que recibí de un alumno. Me dijo: "Hoy vos le pusiste rueditas a mi cruz".