ESFERODINAMIA.
TRABAJO CORPORAL CON PELOTAS GIGANTES.

por Lele García y Sandra Gasparini

 

 


esferodinamia
"La única cosa que quedó de la naturaleza en Nueva York es la gravedad"
Agnes Martin


Habitar un mundo con determinada fuerza de gravedad nos da una serie de posibilidades muy diferentes de las que tendríamos en un lugar sin su presencia, basta recordar lo distinto que son nuestros movimientos en el agua (sin hacer pie).

Así, en nuestra realidad existen el deslizar, trepar, caer, saltar, rodar. La fuerza gravitatoria coloca un límite, nos hace encontrarnos una y otra vez con el piso. Si saltamos impulsándonos en la tierra volvemos a ella.

Esta situación tan obvia, sin embargo, nos puede dar idea de la magnífica suerte de esta limitación. Los niños le sacan bien el jugo a esta situación: la mayoría de sus juegos carecerían de sentido sin la constante atracción terrestre: hamacas, toboganes, patines, bicicletas, necesitan de esta energía para existir.

El sistema músculo-esquelético ( por el cual nos movemos) se desarrolla en base a esta relación primaria: cuando el bebé nace, viene de un medio líquido; sus músculos se irán desarrollando gracias a la tracción que les impone la fuerza de gravedad a través de sus huesos. Se sabe que uno de los problemas de los astronautas -que pasan largo tiempo en el espacio- es que sus músculos se atrofian debido justamente a la ausencia de atracción terrestre.

La esferodinamia es un excelente medio para explorar los recursos que tiene nuestra estructura física, aprovechando de todas formas posibles la atracción de la tierra. La pelota es muy susceptible al desequilibrio y esto permite que nuestro peso desencadene el movimiento. Adaptarnos a esta inestabilidad nos hace estirarnos, abrirnos, despertar articulaciones y reflejos, trabajar grupos musculares insospechados, relajarnos; y todo sin pensar ni por un instante en ello.

Una vez que nos subimos al movimiento nos encontramos viajando sobre la pelota sin esfuerzo, hallando pasajes asombrosos hacia el vuelo, atajos para las subidas y aterrizajes alargados en el tiempo. Los balones, al ser su forma redonda, tienen la característica de ser sumamente móviles, haciendo evidente que en nuestro cuerpo el movimiento está presente siempre; como dice Moshé Feldenkrais: " el fin del movimiento equivale al fin de la vida".

Es desde esta búsqueda orgánica del movimiento que podemos desarrollar aspectos escenciales de éste: respiración, empujes, proyección, iniciación y secuenciación del movimiento, entrega y control del peso, percepción del espacio interno y externo, estiramientos paulatinos. Con la posibilidad también de realizar extensiones, flexiones, torsiones, e invertir total o parcialmente el eje cabeza-cóccix, lo cual proporciona descompresión y alivio a todas las articulaciones.

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